martes, 14 de abril de 2015

Nada más rico que morder






Besas y acaricias están bien. Pero morder, es otra cosa.


Primero te da una intención muy distinta a un beso (sin quitarle crédito). Vas a hincarle los dientes a otro cuerpo, a veces animalézcamente, como si el mundo se fuera acabar. Porque no hay cosa más rica que alguien que sepa morder.




Pero la cosa no es llegar, abrir la boca y arrasar con los dientes. Porque la idea no es hacer daño (¿verdad?) entonces debe tener un ritmo y una presión digna del momento. Saber hasta dónde y dónde se puede atraer con la boca para uno. 

La piel es delicada e ir tirándola, presionando, intensificando y soltando, es un arte. Un arte que bastante pocos dominan.


Yo propongo unos cursos de mordida feroz. Que llamen al lobo y me avisan donde, por favor.


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