sábado, 20 de junio de 2015

Educando a mi clítoris



No me sorprende la incapacidad de la hembra de hablar sobre sexo. No hablo de la conversación típica sobre si te tiraste o no a alguien, sino de la profunda respecto de la calidad de la performance, donde tienes la posibilidad de recibir consejos sobre tener mejores orgasmos. Nos enseñaron a callar, a ser permisivas, a ser “finas, educadas y elegantes” y sólo estar para el deguste del macho.

El porqué no me sorprende es muy obvio. Estudié en un estricto y formal colegio, en mi familia no se habla de sexo y algunos aún me quieren desheredar por escribir en este blog sobre mis historias de cama. Cada vez que digo pico o pene me asesinan con la mirada, aunque hay algunos disidentes que tratan de llevarme el paso, pero sólo tratan. Mis amigas eran poco dadas a conversar sobre estos temas y mucho de lo que aprendí fue gracias a tremendos personajes que pasaron por mis sábanas o bien leyendo a escondidas cuando internet se demoraba horas en cargar una página.

Tuve malos polvos... malos... ¡¡¡malos!!! De esos donde te le quedas mirando tratando de descubrir si se habrá dado cuenta que no se paraba y que en realidad no estabas sintiendo nada. O que llegaban, te rasgaban los calzones y te lo metían como su fueras sólo un cuerpo y no una hembra.

Muchas veces callé. Callé por ignorancia, por vergüenza, por miedo, por no hacerlos enojar, porque no sabía cómo reaccionar, porque no sabía tampoco cómo hacerlo mejor. No me conocía. No entendía la potencia de mi clítoris, lo desatado de mis besos, la necesidad del roce en mi piel, la locura de mi lengua en búsqueda. No sabía pedir... ¿pedir qué? ¿un orgasmo a secas? No, toda petición debe ir acompañada de una pequeña explicación:


*Un poquito más a la derecha, un poco más abajo... ¡sí! ése es mi clítoris y cada vez que lo tocas siento cómo se descarga mi piel en olas de pasión incomprensibles e inexplicables.
*¡No! no tan fuerte por favor... si rozas suavemente mis pezones, se conectan con mi clítoris y dilatan mi vagina.
*Amo cuando tu lengua roza mis orejas y cuando me dices palabras cochinas susurradas con tu aliento caliente... Cada vez que lo haces siento cómo me embargan mis propios fluidos en la entrepierna.
*Agárrame del pelo mientras me penetras, no fuerte! desde la nuca, como si no quisieras que me marchara de ahí... si lo haces, mi entrepierna late en contracciones que embargan mi cuerpo de placer.


He descubierto la satisfacción a través de las palabras, pero esas palabras vienen del autoconocimiento... la masturbación ha sido clave para comprender que si hablo con el macho que me calienta por la vía que sea, unos roces a mi clítoris puede llevarme al orgasmo rápidamente. Necesito de la imagen, de la palabra, de la seducción. Necesito sentirme ferozmente deseada.

El sexo no es sólo penetración, por favor no vengan a metérmelo como se mete un helado en la boca, si no me han preparado y excitado antes. Soy de juego, de revoloteo, de hormonas desatadas, de mantener el calor de la entrepierna por un rato. Me gusta quedarme quieta para sentir la turgencia de mi compañero adentro mientras late acompasadamente a mis propias contracciones. Me gusta cuando mis pezones se yerguen al contacto con la lengua. Cuando... cuando tantas cosas... con un hombre que me calienta soy capaz de hacerlo todo, cualquier cosa... “mételo dónde quieras y cómo quieras” es mi frase favorita.

He tenido malos polvos... pero he tenido buenos también. Fueron buenos cuando comencé a leer, a preguntar, a explorarme. El día que decidí que una cacha puede ser sólo un polvo al aire, pero como es mi decisión tengo que gozarla, por lo que nunca más iba a fingir un orgasmo ni a quedarme callada. Me responsabilizo primero por mis orgasmos... y desde ahí puedo hacer gozar a mi compañero.

La libertad... bendita libertad de pedir y gozar... hablando, gimiendo... no toda la responsabilidad es del macho. Muchas veces cuando no nos escuchan es porque no nos hacemos entender.

Tacto, tino... no, no han sido mis compañeros en la vida... pero el macho que comparte mi lecho debe saber entender. Para mi siempre en la cama hemos sido dos...
 

texto de la #perversas

3 comentarios:

  1. Mientras que una misma no sepa lo que la gusta...es complicado que vayan a adivinarlo los demas...y si una misma no sabe como tienen que tocarla...entonces por qué iban a saberlo el resto??...lo primero es conocerse a una misma...explorarse..saber lo que nos gusta y lo segundo es mostrarselo a los demas...no hace falta hablar necesariamente..de forma sutil se enseña...hay que dejar de fingir...y asi...y solo entonces se puede buscar el placer de los dos...
    me ha encantado esta entrada...te felicito...
    un beso

    ResponderEliminar
  2. EN UNA RELACIÓN HAY QUE BUSCAR EL PLACER DE AMBAS PARTES, NO SOLO LA SATISFACCIÓN DEL HOMBRE Y NO TRATAR A LA MUJER COMO UN TROZO DE CARNE, ELLA TAMBIEN TIENE QUE DISFRUTAR DEL ACTO SEXUAL.
    UN BESAZO SANTADIABLA!!!

    ResponderEliminar
  3. Me ha encantado tu entrada, muy interesante, ilustrativa y sobre todo competamente acertada. El sexo es un acto mútuo y hay que disfrutarlo al máximo, seas mujer u hombre. Para eso es imprescindible conocerse a uno mismo (como en todo en la vida).

    Besos Carnales.

    ResponderEliminar