martes, 4 de agosto de 2015

¿Quién se tira a quién?



Muchas veces los hombres hacen alarde de sus capacidades amatorias, cada vez que se habla de un posible encuentro sexual salen con frases tan chistosamente ridículas como “Si no te mato, te dejo tonta” o “consíguete una silla de ruedas”.

El punto es que siempre consideran que son ellos quienes se llevan toda la pega y como si nosotras fuéramos simples espectadoras esperando ser llevadas a los cielos “a ver las estrellas”.

Este caso no fue distinto, planeamos un encuentro sexual y evidentemente mi galán, siguiendo la linea común de los galanes, casi me manda a elongar un mes antes para evitar contracturas por las miles de posiciones sexuales que íbamos a realizar en esa noche de sexo. No les voy a mentir, le tenía fe al chiquillo y eso, lejos de dejarme pasiva, me desafió...

¡¡¡Veremos quién se tira a quién... si el galán a la Perversa o la Perversa al galán!!!

Llegamos al motel y comenzamos a besarnos. Poco a poco fui desvistiéndolo, le sacaba una prenda a él y me sacaba una prenda mientras nos comíamos a besos.
A él lo dejé completamente desnudo, yo me quedé con mi lencería de encaje sexy que hacía ver mis pechos excitados y listos para él.

Comencé a besar y a mordisquear su cuello y sus orejas. Bajé con mi lengua por su pecho, me detuve en sus tetillas y las chupé un rato. Seguí bajando por su abdomen con mi lengua, jugué mucho rato al rededor de su pene, sin tocarlo, seguí chupando sus muslos, sus piernas, bajé hasta sus pies y volví a subir. Su excitación era evidente, sin embargo, mi juego aún continuaba.

Me fuí a su espalda, la lamí, la mordí, la besé, puse mis pechos en ella y lo masajeé, mordí suavemente su nuca, lamí su cuello, volví a su pecho y bajé hasta su pene.

A esa altura estaba completamente erecto y duro. Comencé a lamerlo, a chuparlo, mi lengua jugaba y mi boca lo devoraba, al mismo tiempo lo masturbaba, lo pasaba por mis pechos, lo lamía, él disfrutaba, gemía. Se retorcía, quería tocarme pero yo no lo dejaba, cuando noté que ya no daba más y que estaba a punto de acabar, dejé de saborear su pene y lo puse a jugar con mis pezones, estábamos tremendamente excitados. Se comía mis pechos, bajaba a mi vagina, su lengua se convirtió en la mejor amiga de mi clítoris, ¡¡¡¡qué manera de entenderse!!!!

Cuando la calentura se tornó insostenible, me subí sobre él y comencé a “poseerlo” (sí, las mujeres también los hacemos nuestros). Comencé a moverme despacito primero, después fui alternando con embestidas más fuertes, me movía en círculos, de arriba para abajo, lento, fuerte, le puse mis pechos en su boca para que los succionara. Los gemidos eran el fiel reflejo de todo el placer que estábamos sintiendo, cuando ya no dábamos más, comencé a moverme cada vez más fuerte y sin parar, hasta que acabamos, fue un orgasmo largo, rico, de esos que te dejan con un cosquilleo por todo el cuerpo cuando terminas.

Nos recostamos uno al lado del otro, hablamos, reímos y mientras estábamos en eso y recuperando fuerzas para la segunda parte yo pensaba, finalmente,

¿Quién se tiró a Quién?

3 comentarios:

  1. Claramente tú te lo tiraste a él (e hiciste bien).

    Besos Carnales.

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  2. En aquella ocasión sin duda fuiste tú, pero no importa quién se tira a quien si al final de cuentas son ambos quienes quieren lo mismo.

    Dulces besos.

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  3. Está muy claro y tienes mucha razón :)

    Besos

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