lunes, 27 de febrero de 2017

Me gusta chuparlo

Cierro los ojos, deslizo mis manos recorriendo por todo su cuerpo.
Salvaje, frenética y fuera de control, me siento tocando lo por todas partes y mis manos acariciando sobre él, me gustaría tenerlo de pie delante de mí, abrazar a sus piernas, frotando mi cara y sentir su dureza. 


Me gustaría abrir su cinturón, tomar su miembro toma mi mano dentro de la ropa, por lo que es difícil para mí. 
Me gusta el interior del pantalón, ropa interior se deslizan por sus muslos y ver que se balancee, potente y duro.
Me gusta sentir tu pene, llenando mi boca y me hace una locura tan caliente.
El hambre y la sed asumen mi ser y profundo beso que vuelva más emoción.
Mi cuerpo está lleno de fuego, el deseo ya no puede controlar.
Me gusta lamer la cabeza y sentir el sabor de las primeras gotas de su placer.
Me gusta llevarlo en la mano y perforar un buen ritmo y hacerse una paja caliente. Abro los ojos muy abiertos, me miras.



Una de mis manos se apoyara en la sabana y la otra buscara tu miembro, bien tiesa por entonces. No me cabe duda de que me gritara en silencio que haga con ella lo que quiera. 
Dura, mojada, suave… La agarro, la meneo… Levantas tu culo para que pueda acariciarte mejor. Sentiré elevarse, como me levantarás con él. Gime. Te morderás los labios. Enseñarás los dientes. Girarás tu cabeza buscando mi boca. Sabrás que no la vas encontrar… Pero sabré también que tampoco te desesperarás.

Pero de alguna manera, que sus ojos ven a través de mí, ven el fondo de mi alma.
Me gusta pasar la lengua en tus cocos, chupar los testículos y los huevos. llenar mi boca.
Me gusta para saciar mi lengua con su bolsa de mierda en la cabeza, en la mayor medida.

Te miraré porque me vuelve loca ver como tu miembro tiene vida propia, cómo tiembla al sentirse observada y acariciada. Cada vez estará más dura y tus testículos más hinchados. 



Masaje o lentamente, lo acaricio y con una mano bajo a los testículos...deslizo un dedo por el pliegue en tu pene, de los testículos…sigo el masaje lentamente, le paso mi lengua húmeda, caliente, le echo aliento que sale de mi boca... con la otra mano bajo y subo son un ritmo lento 1,2,3....En tu pene, lo deseo, me gusta...
La otra mano lo masaje o los testículos, hasta que estés bien excitado, tu respiración agitada, tu aliento más caluroso, que el oxigeno y la energía fluya en tu cuerpo y mente. Y me pidas más..... Y con un dedo acaricio la cabeza de tu pene, lo chupo para que se moje un poquito con mi lengua, lo masaje por toda mi boca. 

Me gusta sentir la garganta, tragando toda su pene dura y caliente, sabor circular con la lengua la cabeza, roja, lisa y suave.


La meteré en mi boca. La lameré, y la tragaré hasta mi límite. Sentiré entonar tu sangre, notaré el grueso de tus venas hinchadas…Jugaré con ella hasta que no puedas más. Sé que aguantas pero ahora mandaré yo y sé que te costará mucho mas controlarte, me pides que siga… Hasta meterlo todo y sigo con el ritmo...lento saco y meto... Mas fuerte... luego chupo los testículos y me lo meto a la boca, lo chupo al máximo, hasta que quede duro y acabes en mi boca. Pero eso lo vamos a dejar al acto final y me pidas mas...que lo haga y tu acabe en mi boca...sentir esa leche que corre por mi boca calentita. mmmmmmmm

domingo, 26 de febrero de 2017

Realmente Perversa



No es fácil ser Perversa,
así de simple, y no me refiero sólo a ser una mujer que escribe historias de sexo en un blog, me refiero a más que eso.

Llegar a considerar el sexo como algo natural, simple y sin sobre-valorarlo, requiere tiempo y madurez. A las mujeres desde pequeñas nos hablan de sexo, pero no nos hablan de placer, de orgasmos, de piel, de gemidos, de sensaciones ricas; nos hablan de embarazos, de sida, de que si nos acostamos en la primera cita somos putas, que si no les damos el gusto a los hombres en la cama, nos van a cambiar por otra y así un sin fin de cosas que se centran más en lo que los hombres quieren o en lo que las demás mujeres hablarán de nosotras.

Cuando te das cuenta de que el sexo es eso, simplemente sexo y que puede ir acompañado de amor, de calentura, de curiosidad, de incertidumbre, de capricho,de obsesión, de ternura, etc, etc, y de todas ellas juntas, por separado, mezcladas o de ninguna, se comienza a pasar bien.


Lo que yo persigo con el sexo es placer, puro y delicioso placer, el resto de lo que acompaña ese placer puede ser variado y es lo que le pone pimienta al asunto.
Y cuando se supone que el asunto se pone sencillo, tanto que hasta escribes en un blog sobre ello, viene el resto y te lo hace difícil, vienen los miles de prejuicios de las personas. Me han dicho de todo gracias al blog, Diosa, Puta, Mentirosa, Fantasiosa, Idola y así podría pasarme el post entero enumerando los adjetivos.

Lo más complicado viene cuando conoces a un hombre y se entera de que escribes en un blog o cuando algún hombre se te acerca por escribir en ese blog. No sé que se les pasará por la cabeza, pero casi piensan que si se acuestan con una se volverán multiorgásmicos. Se imaginan todas las historias del blog juntas en una noche, cuál maratón perversa, después les baja la inquietud de ser protagonista de una de las historias y viene la ya concurrente frase “Si alguna vez tú y yo estamos juntos, espero estar a la altura del blog... porque escribirás de mí ¿cierto?” y ya se imaginan protagonizando una de las historias, preocupados de cómo describiremos su cuerpo de adonis, su pene inmenso, sus erecciones simultáneas y así casi la mejor porno de la vida protagonizada por ellos... O sea, quieren que una perversa les haga de todo, les regale el mejor placer de sus vidas, pero después en la historia quieren que nosotras contemos la película como si ellos fueron los que nos dejaron casi inconscientes a punta de orgasmos... 

Si resulta que formalizas una relación, ya muy pronto viene la inocente frase “¿Y ahora cómo lo harás con el blog?” ¿dije inocente? corrijo = ¡¡¡MACABRA FRASE!!!, porque detrás de eso viene el resto; “imagino que no escribirás sobre otros mientras te acuestas conmigo”; “¿Cómo te sentirías tú si yo escribiera de mis aventuras con otras mujeres?”; “Ya sé que son historias antiguas y que para ti es entretenido e importante escribirlo, pero no puedes evitar que yo sienta celos”... “¿Pero no entiendes que yo reconoceré cuales son tus historias?, no quiero saber si tu ex la tiene más grande que yo!!!” y bla bla bla...


El sexo es tan simple y tan rico a la vez, por eso cuando mejor lo paso, es con aquellos hombres que lo toman en su justa medida, esto es PLACER!, sin complicaciones, sin cuestionamientos ni expectativas, el sexo es eso, simplemente sexo, dar y recibir, querer sentir placer y calentarte porque el otro también lo siente, disfrutar del bendito ORGASMO y de todo el proceso previo. Mis protagonistas son esos hombres, los que entendieron y me entendieron, los que no se reafirman por protagonizar una historia y los que no esperan que yo les dé nada, a algunos los he amado, a otros los conservo de amigos y otros simplemente fueron pasiones de una noche, pero ninguno de ellos planeó la historia antes de que pasara... así que ya saben machos lectores, acá la pega, se hace de a dos!



Instintos





MIRAME


HUELEME


TOCAME

PROVOCAME


SEDUCEME


CONTROLAME


RELAJAME


PRUEBAME

sábado, 18 de febrero de 2017

Ampliemos la idea de erotismo




Creo que un numero importante de personas con bajo deseo sexual, no tienen problemas ni hormonales ni de relación, tienen problemas de escasez o rigidez en el erotismo.

El erotismo es un espacio personal que se influencia por los contextos histórico-culturales en los que vivimos, pero que tiene que ver también con el complejo entramado de la biografía sexual individual, única y intensamente compleja de cada persona específica.

En temas tabú como la sexualidad, como muchas veces lo he dicho, los pensamientos se heredan sin mucha reflexión y es así como actualmente lo que se considera erótico ha sido heredado sin mucho filtro.

Aquello que califica como sensual, sexual, sexy, caliente corresponde a un numero demasiado reducido de estímulos, demasiado reducido como para tenernos a todos contentos.

La enfermera, los senos grandes, el bombero, la profesora y ahora las nalgadas forman parte de un erotismo comprado, comido y tragado sin masticar. Gustos adquiridos en la adolescencia tramite la pornografía, en la adultez a través de un mal libro y en todo momento cuando estamos frente a la publicidad que usa la líbido como vehículo.

La idea de este post y de este blog es invitar a quienes lo lean a diversificar su erotismo, a pensar, descubrir, explorar y autorizar sus mentes a estimularse/calentarse con cosas distintas. Deje llevar la imaginación, estimule su mente, busque la identidad del erotismo de ustedes mismo. Vamos que se puede. 


jueves, 2 de febrero de 2017

Acoso: sexual y laboral





Hace tiempo que le ando dando vueltas a este tema pero no me atrevía tocarlo porque es una experiencia dolorosa, dura, complicada, que no se puede compartir y me dije: La compartiré cuando la tenga superada y me sienta lo suficientemente bien como para escribirlo sin dolor y tenerme aquí, contando lo que viví año 2014, porque las situaciones y todo fue diferente... y todo por ser una misma. Con el post anterior Doña Perfecta
Ya hace varios años que llevaba trabajando para una empresa. Sin embargo a partir del año 2013 y parte de 2014, han sucedido una serie de hechos constitutivos de acoso laboral y sexual. Mi jefe asumió una conducta hostil y persecutoria la que fue intensificándose en el tiempo, comenzando con tratos descalificadores, agresivos, constantes insinuaciones de tipo sexual. Como mencione trabaje prácticamente 10 años en esa empresa. 


Mi jefe siempre me hacía bromas y sus dichos eran insinuaciones sexuales, pero yo no le di mucha importancia, por que considere que eran solo dichos. Empecé a tener las primeras insinuaciones explicitas de tipo sexual al principio de 2012, tal día le solicite permiso para ir al médico. Me autorizo la salir antes del trabajo, mi compañera bromeando me señala “hoy día te toca”, a lo que respondí entre risas “uno nunca sabe, a lo mejor si”. Nunca pensé que aquella simple broma entre dos compañeras de trabajo, me traería tan graves consecuencias con mi ex jefe. 
Al día siguiente mi jefe, me pregunta ¿Estas segura que fuiste al médico? Respondiéndole que si, al no quedar conforme con mi respuesta me solicito el comprobante del médico. 


Le exhibí el documento, me solicito que cada vez que asistiera al médico, le mostrara el documento. No le di importancia, porque no estaba haciendo nada malo, llegaba a la hora al trabajo, respondí con los informes que me pedía, me quedaba haciendo horas extras. 
Ya con el transcurso del tiempo, comenzó a decirme frases tales como: “tiene bonitas piernas”, “que linda figura”, “si se porta mal le voy a dar una nalgadas”, aprovechando de decirme este tipo de cosas cuando me daba instrucciones, cada vez fueron más subida de tono. A la hora de salida de trabajo se ofreció trasladarme en su auto a una estación de metro, ya que era tarde. Accedí, en dicha ocasión, él me pregunto por mi vida, que pretendía hacer en el futuro, le señale terminar de estudiar mi carrera. Que en este momento no está siendo compatible con el trabajo. Él intempestamente me señala que tenemos una conversación pendiente. Según el “por mi supuesta visita al médico”. También me señalo que en la oficina no podríamos conversar, ya que siempre lo interrumpía, le dije es más seguro en la oficina ya que no estamos haciendo nada malo. 
Me señalo que al día siguiente debía visitar a un cliente, que después nos podía reunir. Que yo dijera a mis compañeras que tuve problemas familias, que me tenía que retirar de la oficina. Que él me pasaría a buscar y que no le comentara a nadie. 
Al día siguiente me pregunto si asistiría al médico, como quede sorprendida ya que pensé que no seguiría con las peticiones, él quería juntarse conmigo fuera del trabajo según con la conversación pendiente del médico. Como era fin de mes, la carga laboral aumentaba y no quería dejar trabajo pendiente. Y él me respondió “está bien, cuando este en un cajón te voy a querer ver”. Con sus palabras me sentí amenazada. 


Con el transcurso del tiempo, mi situación laboral se hizo más difícil de sobre llevar, que mi jefe quería saber todo sobre mi, como por ejemplo preguntando a mis compañeras, donde estaba y con quien andaba, pendiente de mi cuando hablaba por teléfono, me seguía al baño.
Comenzó a insinuarse con más frecuencia, para hacerlo se excusaba con el trabajo, me llama a su oficina para darme una alguna instrucciones a puertas cerradas y me señalaba que le debía muchos favores, preguntándome como se los iba a pagar. Yo quedaba perpleja y desconsolada, me ponía muy nerviosa y solo se me ocurría decirle que se lo agradecía, para terminar la conversación Y el insistía que en seguir y me pedía que lo acompañara a tomar un trago o algo más. 
Empezó a pedirme favores extras, como su desayuno en su oficina, que le hiciera el café, que le cambie el menú en su hora de colación, que le fuera a comprar, para evitar malos tratos, he insinuaciones accedí, dejando muchas veces mi trabajo de lado, sabiendo que el mismo me había dado la orden de los informes. 
Era tanto la carga laboral que me había entregado mi jefe, juntos con sus malos tratos verbales, humillaciones e insinuaciones de tipo sexual que comencé a angustiarme estando en un grado de nerviosismo y tristeza constante y producto de la cantidad de trabajo comencé a llegar a tarde, ya que el cansancio era constante que no alcanzaba a responderme, ya que como debía llevarme trabajo a mi casa para evitar tener que quedarme a solas con él en la oficina, no tenía el tiempo suficiente para reponer mis energías. 


Él me llama a su oficina, me dice que me pasaba. Por qué llegaba atrasada, que ante no era así. Los años que llevaba, mi comportamiento no era el más adecuado. Me iba a entregar una carta de amonestación, se negó a darme. Yo se la iba a recibir. Me señalo que “me quería mucho, me quería cuidar, la quiero amar, me duele lo que está pasando”. Sorprendida y molesta con sus dichos. Le señale que era su trabajara y el mi jefe. Molesto con mi respuesta, tomo una actitud agresiva, desafiante haciendo preguntas como: porque llega tarde todos los días? Tiene novio o pareja? Está teniendo sexo todos los días? Ese es el motivo de sus atrasos y bajo rendimiento. Me bloque ante todas esas preguntas del improcedentes y atentatorias a mi libertad y no pude responde. 
Estas situaciones se hicieron más angustiantes, mi jefe constantemente me maltrata verbalmente, humillaba y me realizaba insinuaciones de tipo sexual, lo que afecto mi autoestima. 
He puesto el despertador a las 6 está bien. Estoy en la cama asustada, con el móvil en velador. Hay días en que suena a las tantas, pero nunca sé qué día sonará y esas llamadas no son de mi ninguna compañera de trabajo, no, son de ese jefe.
Doy vueltas y vueltas, miro el despertador y son las 5, aún no he pegado ojo y pienso que otro día más sin dormir; me levanto, voy a la baño a fumar un cigarro tras otro.


Mientras fumo pienso, si llama no le contesto, pero suena y, lo que pensaba hacer se viene abajo, me puede el miedo, Mi papá me escucha y me ve. Él se va pero le dice a mi madre que algo me pasa, que estoy llorando, y mamá se levanta y me pregunta qué pasa, yo le digo nada, que no puedo dormir y me da rabia.
Hora de desayunar no me entra nada, tengo dolor cabeza, de estómago y diarrea, pero sobre todo miedo. Voy a camino a trabajo, empiezo a mirar el reloj. 



Mientras me imagino fuerte y hoy no le paso ni una, al primer insulto le doy una cachetada y me largo. Tras ese pensamiento me viene una pena de mí misma y me llamo huevona, me digo que por qué quiero engañarme si no soy capaz de decirle nada, soy consciente del miedo que le tengo, simplemente no puedo reaccionar. Vuelvo a mirar el reloj. Sigo pensando: ¿y si lo cuento? No, nadie creerá que me está pasando, que él es tan malo, además todos creen que soy feliz, que puedo con todo, soy fuerte a ojos de los demás.
De repente llega…Quiero verle la cara, necesito verle la cara. Reconozco sus gestos más que los míos, sé si está furioso o no, le miro, le saludo con una sonrisa que fuerzo. Entramos por la puerta de atrás, y sí, hoy está enfadado. No me contestó al saludarle. Además lleva el ceño fruncido. Dios mío.
Desde su despacho me llama. Está escribiendo. Le digo que no le he entendido. Se enfada, me llama tonta, porque todas las mujeres son tontas, no tienes ni puta idea, imbécil, marcha de aquí, me pones enfermo. Salgo y voy a hacer cosas, él ya está enfadado y viene a insultarme, me dice que qué ha hecho para merecer eso, para que no entienda nada de lo que me explica.


Tiemblo y pienso que sí, soy tonta, pero por no atreverme a irme. De repente viene otra vez y me habla muy bien, no ha pasado nada, como si la vida fuese normal.
Ahora me pregunta cosas de mi vida sexual, no le contesto y claro, eso sí le enfada. Empieza a decirme que cada vez le demuestro más lo imbécil que soy, que damos asco. Quiero irme, salir, no escuchar más, me siento mal, lloro por dentro, se me encoge el corazón, cuanto más me insulta más mierda me siento, pero sé que no puedo marcharme ni darle la espalda, me lo ha dicho millones de veces, pero soy terca y pese al miedo y la vergüenza me trago mis lágrimas. Dios, le doy la espalda de nuevo, lo tengo prohibido pero no puedo seguir mirando su sucia cara mientras me insulta y amenaza, sé que ese momento precede al agarrón de mi brazo, siempre el gesto de cogerme el brazo y siempre la misma frase de no me des la espalda cuando te hablo.
Sigo mis pasos, miro de reojo y sí, viene, ya siento sus manos en mi brazo y oigo esa maldita frase, le pido que me suelte. Solo le miro, creo que mi odio se ve en mi mirada, pero me odio a mí, tanto que me doy asco; le tengo miedo, tanto que quiero callar y que todo pase. 
Se va. Allí me quedo, atendiendo haciendo mi trabajo, me trago mis lágrimas, esas que delante de él no quiero sacar, me las trago y sonrío a mis colegas que van entrando. Muchos me dicen: ¡Hasta luego niña, alegra esa cara!




Vuelve y me habla muy simpático, me pregunta quién ha ido; lo tengo todo apuntado, no puedo permitirme que se me pase el mínimo detalle, sería fatal.
Hace como que no pasa nada, como si lo que me hizo fuese algo que yo había soñado. Me habla contento, fuerte y seguro, me dice que soy lo mejor que ha tenido allí. Quiero gritarle, mandarle a la mierda, matarle, morirme.
Salimos y me dice adiós, esta vez me sonríe y yo le sonrío y le digo hasta luego.
Voy a casa. Mientras lloro lo que puedo y más, voy a comer con papá y mamá y no pueden enterarse, no quiero, no puedo, tengo miedo. Mientras nos sentamos a la mesa me hablan y yo contesto, pero no sé qué me dicen. Solo me doy miedo, me creo un monstruo, ahora por mentir y decir que todo bien. Me doy asco, no puedo afrontar la verdad, no puedo.


Ya no puedo más, mi silencio me mata, mis miedos me destruyen, mi familia ve que no cómo y piensan que entro en la anorexia. Para mí es más fácil. Ante ellos mi única salida para no contar qué pasaba era esa, que piensen que tengo anorexia.
No paro de pensar, de sentir, me he convertido en nada, en nadie, en miedo, en una mujer de rabia y odio en la que un señor saca su furia.
Otro día más entro de nuevo; no quiero, tengo miedo, ahora más. Acaba la jornada, llego a casa rápido, mientras me ducho pongo música y me entretengo en la habitación. Quiero llorar lo que allí no he podido, tomo fuerzas para que papá y mamá vean que como y no se preocupen. Quiero tomar fuerza para no oír el eco de sus insultos, para que no retumben en mí esas imágenes. Quiero, pero cada día se hace más difícil, ya van casi más de un año y no puedo más, mi cuerpo ya no responde, mi cabeza está rota, absorbida por el miedo. Se me cae el pelo, no puedo más, me cuesta sonreír, mis ojos han cambiado, yo entera he cambiado, pero he de fingir que no pasa nada, que es un momento bajo. Me voy a la cama esta vez lloro, me tapo con la almohada para que no se me oiga, lloro de miedo, asco y vergüenza, quiero escapar, quiero morirme y no puedo.


Suena el despertador. ¿Para qué lo pones si estás despierta? Me levanto y solo quiero morir, no podré más, más no, pero puedo otro día y otro y otro, idiota. Me doy asco, no me conozco, me siento asquerosamente sucia, por sus palabras sexuales llenas de maldad, por haber aprendido a mentir a mi familia, sucia por no saber parar la situación, por volver al mismo lugar de tortura, por saludarle con una sonrisa, sucia por todo, quiero salir corriendo de mí misma, quiero mirarme y reconocerme, quiero matarle, quiero morirme.
Fue tanta humillación malos tratos, que asistí a un centro médico del trabajador. Donde especialista me atendieron, psicólogo, psiquiatra. Otorgándome licencia médica, por varios meses, señalando que mi acontecimiento fue como enfermedad profesional, rogando un examen de evaluación mental, sin fenómenos productivos, impresión autentica. 
Acudí a poner una constancia en la inspección de trabajo, donde el informe no arrogo ninguna patología en ambos casos. Con seguir el suceso, contrate abogados. Para llegar a los tribunales, no podía perder mi casi 10 años de trabajo, de sacrificio. Y sobre todo mi dignidad como mujer. 
Tras meses de audiencia, solo podemos llegar a un acuerdo mutuo, ya que no tenía prueba reales, es decir no tenía fotos, ni audio que verificara sus insinuaciones he insulto. Solo conseguí que me pagara los años de servicio. Como dije al principio de este escrito hace tiempo que le ando dando vueltas a este tema pero no me atrevía tocarlo porque es una experiencia dolorosa, dura, complicada, que no se puede compartir y me dije: La compartiré cuando la tenga superada y me sienta lo suficientemente bien como para escribirlo sin dolor y tenerme aquí, siendo dolor y sufriendo que no la tengo superada, atrás esto todavía tengo consecuencias. 

Doña Perfecta


Llevaba toda mi vida intentando hacer las cosas lo mejor posible y ahora ha llegado un punto muerto que no sé qué es lo que hay que hacer…


He intentado ser la hija perfecta, aquella de la que mis padres estuvieran orgullosos y de la que pudieran presumir. Siempre he estudiado mucho y he sido una chica responsable. Tanto que….hasta los sábados y domingos pretendía ir al colegio; mientras mis padres aún seguían durmiendo… yo pretendía abrir la puerta de mi casa para ir a estudiar. ¡Qué tiempos aquellos…cuando aún no sabía lo que me esperaba!
Procuré ser culta, ir clases de inglés y de manualidades. Incluso de baile, pero descubrí que el baile no corría por mis venas, así que desistí. Asistía todos sábados a la iglesia, para aprender de la palabra de dios, de sus milagros.


He tratado de ser la hermana perfecta, ocupándome de mi hermano pequeño y cuidándole. Convirtiéndome en su confidente y encubriéndole de mis padres cuando iba creciendo. Anhelando ser lo que a ellos les parecía que debía de ser y preocupándome de lo que ellos pensaran de mí.
He pretendido ser la nieta que mis abuelos querían, de la que pudieran hablar orgullosos a sus amigos. Una chica responsable, educada y cariñosa. Además de atenta, cuidadosa y coqueta, pero no demasiado fiestera, lo preciso para tener una vida social.
Constantemente he cuidado mi dieta, aunque mi debilidad por lo dulce y lo salado siempre ha sido más fuerte que mi intención de mantenerme en forma. Aunque he de confesar que como buena andaluza siempre me ha encantado picotear entre horas. Y así… ¡imposible!


Incluso… ¡intenté ser deportista! Probé con el aerobox pero me cansé al poco tiempo y, el ciclismo siempre me ha gustado pero la velocidad no era lo mío yo era más bien atleta de resistencia…y después de las carreras me llevaba dos días con cansancio por eso decidí dejarlo. No me compensaba, siempre llegaba la última.


También quise saber ser una gran ama de casa, así que aprendí a cocinar, lavar la loza, limpiar, fregar, planchar y coser, para en un futuro ser auto-suficiente y llevar mi casa para delante.
Y he tratado de ser la amiga perfecta. Estar ahí las veinticuatro horas del día, siempre que lo han necesitado. Mantener el contacto con las que están lejos, y ver a menudo a las que tengo cerca.


Cuando tuve mi primer trabajo, esta ilusionada. Por ganar mi propio dinero, de ganarme el sueldo con mí trabajo, con mi inteligencia y perfección. Hasta llegar a tener a cargo un personal de trabajo, siempre rendí al máximo. Cada propuesta, meta que se lograba era un orgullo, para mí y mis padres. Cada años que pasaba mas  trabaja y estudiaba, era más perfeccionista, detallista. Me gusta ser la mejor, no llegar al ultimo , ni ser mediocre. 


Curiosamente, siempre he intentado pensar en los demás antes que en mí, y he seguido la ley de “no hagas lo que no te gustaría que te hicieran”, de la que he aprendido mucho.
Procuré ser lo que los demás querían que fuese, hasta me gané la fama de “doña perfecta” y entonces…no ha habido vuelta atrás. Siempre teniendo que cumplir con las expectativas y guardar las apariencias.
Pero… ¿Para qué sirve todo esto? ¿Es esto lo que quiero para lo que me queda de vida? A veces, me gustaría hacer cosas que no debería, comer todo lo que me apeteciera y, beber más aún. Me encantaría salir a bailar, cantar y gritar sin tener que pararme a pensar en “el qué dirán”. Me gustaría vestirme con algo extravagante y no tener que preocuparme en lo atrevido que es o de que me quiten la etiqueta de “la chica elegante”.
También deseaba de ser, de vez en cuando, la amiga responsable, la que cuida y se preocupa por las demás. La que si pasa algo va a poner la cabeza y solucionar los problemas. Me encantaría ser la que pueda perder la cabeza, la que se meta en algún lío por disfrutar de algo aunque me tengan que sacar de él.


A veces, los planes que debería hacer me aburren, la ropa que tendría que ponerme me da pereza y las historias que me cuentan no me importan nada. Siempre he pretendido ser con todas mis fuerzas y mi cordura para ser la niña y mujer que debía ser, una mujer de bandera.
Pero he dejado escapar muchas cosas por intentar contentar a los demás antes centrarme en mi vida, por vivir la vida que ellos querían que tuviera y la que se suponía que debía llevar.

Y…ya me he hartado de intentar ser la niña que todas las madres quieren para sus hijos, la que todas ponen de ejemplo. Me he cansado de lo que siempre he intentado ser. De intentar ser algo que no era con todas mis fuerzas y….ahora pienso si de verdad me merece la pena o, sería mejor tomarme las otras de otra forma. Relajarme y evadirme del mundo, ser yo misma y, empezar a vivir mi vida…

Ahí empecé a vivir mi propia vida, a los veintitantos me escribí a una famosa página de cita. Para buscar amigos, pareja, amantes, etc… No sabía bien que estaba haciendo, tenía miedo que me descubriera y supiera de mí en la sociedad. Al principio no coloque foto, ni llene el perfil. Pero los días siguientes veía que llegaba en mi bandeja de correo, solicitud. No sabía cómo usar la página, un día domingo. Empecé a estudiar cómo se usaba, coloque mi foto en privado, llene mi perfil. Empecé a tener contacto con hombre un poco mayor que yo. Acepte invitaciones para salir, conversar y tomar un café. 
Descubrir que ahí otro mundo, que no conocía. No al entorno que estaba viviendo, de ser la DONA PERFECTA, Si tenía miedo que supiera de mi vida, pero como siempre tuve buen gusto y elegí bien a mis propuestas. Ahí conocí a mi primer hombre, mi primer amor. Un hombre mayor culto, con inteligencia, con estatus, pero tenía un pero!!!! Era casado, como yo no buscaba compromiso. Solo quería ampliar mi vida social. Pero como toda mujer se enamora, le cree. 
Con el tiempo, empecé a salir con más hombres… a ver la vida diferente, descubrirme como mujer. 
A tener una doble vida, delante de los padres, de los amigos era una mujer éxito, en el mismo trabajo, una profesional ejemplar. Hasta que mi vida cambio drástica-mente.

Continuara…………………